La Infancia
Podemos dividir la edad infantil en 3 sub-etapas,
1 – el bebé (0-2 años)
2 – el niño / la niña (2-7 años)
3-2 ª infancia / preadolescencia (8-12 años)
En el bebé y la primera infancia se sientan las bases del desarrollo a todos los niveles: emocional, intelectual, fisiológico, estructural.
El bebé no tiene autonomía, su dependencia de los demás es total, se relaciona con el mundo principalmente a través de la madre (alimentación, cuidado, movimiento y traslados) pero ya manifiesta sus necesidades y deseos con el lenguaje corporal.
El niño entre los 2-7 años-muy aproximadamente-va desarrollando el lenguaje, las habilidades psicomotoras, la sociabilidad y va progresando en la autonomía y el descubrimiento del mundo que le rodea. El juego, el mundo mágico, la fantasía tienen una vital importancia.
En la segunda infancia y preadolescencia el niño sigue ampliando su círculo vital, y los amigos y la vida social independiente de la familia adquieren más importancia. A nivel de crecimiento físico y de salud es una etapa de mayor estabilidad, los cambios no son tan bruscos. Al acercarse la adolescencia todo el panorama cambia de nuevo, y de manera brusca.
El bebé y el niño / a tienen unas necesidades y características específicas de esta etapa de la vida y otros que corresponden a su personalidad, a su individualidad. Reconocerlas y ayudarles en su camino es una tarea de toda la sociedad, pero en primer lugar de la familia.
Hay que saber dejar espacio y al mismo tiempo establecer límites. En la educación general del niño y en la convivencia las pautas y normas son marcos de referencia no debe ser rígidos sino flexibles, pero deben existir y ser estables y coherentes.
Esto es válido también respecto a la alimentación, horarios, hábitos…
HIGIENE Y ALIMENTACIÓN
El niño aprende básicamente por imitación, sigue el ejemplo de lo que ve; así pues no sirve de nada decirle «come fruta» o «límpiate los dientes» si ve que los padres no lo hacen (y esto es igualmente válido en los modelos de conducta o valores que las queremos transmitir).
¿Cuál es el mejor momento para introducirlos en los hábitos y cambios en alimentación e higiene?
Hay unas referencias generales, pero siempre hay que escuchar y observar al niño: el mejor momento suele ser cuando muestra interés o curiosidad.
Hacia los dos años el niño ya puede comer solo (algunos ya empiezan a año) o con un poco de ayuda, se sabe limpiar la cara y las manos, colabora al vestirlo y desvestirse, empieza a controlar los esfínteres durante el día, habla, ya empieza a manipular (y hacer funcionar) los mandos a distancia …
La higiene corporal:
– Baño o ducha: hasta aproximadamente los 7 años quizás es más adecuado y disfrutan mucho más del baño. Durante los meses fríos no hay bañarlos cada día, no enjabonar del todo cada día, en todo caso es un rato de juego y relax. El jabón o gel de baño también disuelve la capa lipidica (grasa) protectora de la piel. Lavar la cabeza siempre que esté sucio, como referencia entre 1 y 2 veces por semana.
– Los dientes: enseñarles desde pequeños a limpiarse los dientes con un buen cepillo, como mínimo una vez-y mejor dos-al día. Lo más importante es después de la cena.
¿Quien conoce a alguien que se limpie los dientes después de merienda?
¿A cuántas escuelas tienen facilidades para que los niños se limpien los dientes después de comer?
– Las uñas. Es común que el niño pequeño no se deje cortar las uñas, hasta el punto de que en algunos casos hay que hacerlo cuando duermen profundamente… o ni así. Es importante cortarlas de manera que no se le claven en la carne. Las uñas de los pies más rectas (pero no totalmente rectas) que las de las manos.
– El calzado – descalzos. El calzado debe ser CÓMODO, que deje respirar los pies. Vigilar que no les quede pequeño; el pie de los niños crece deprisa y muy de golpe. Controlar periódicamente-cada mes-; un buen método consiste en hacer una plantilla del pie con el niño de pie sobre una cartulina o cartón. Delante o el talón se añade una solapa de un cm. y debe entrar bien dentro del zapato. Si justa hay que empezar a pensar en ir a la zapatería. Si no cabe, hay que ir corriendo.
Les va muy bien ir descalzos (o con calcetines) por terrenos irregulares, pues les refuerza las estructuras del pie y les ayuda a evitar el «pie plano», normal hasta que tienen unos 3-4 años.
– Las orejas. Limpiarlas sólo por fuera y la parte externa (alrededor del conducto).
ALIMENTACIÓN
Seguir las orientaciones del / la pediatra teniendo en cuenta también las circunstancias personales del bebé o niño. Como visión general,
0-6 meses: lactancia exclusiva, materna siempre que sea posible.
7-12 meses: introducción progresiva de las frutas, cereales, verduras, más adelante legumbres, lácteos, yema de huevo. El ritmo de introducción, orden y cantidad dependerán de cada situación. Si el bebé crece sano y en armonía es un buen indicador. Se aconseja seguir con lactancia materna.
1-3 años: introducción y generalización de todos los grupos de alimentos. Introducción de carnes y pescados, gluten, clara de huevo … a partir del año (alrededor de).
¿Qué hacer con:
– Los fritos y rebozados: los puede comer con moderación siempre que tenga buena salud.
– El chocolate: lo ideal sería evitarlos hasta los 7 años! O sea, cuanto menos mejor.
– La bollería y azúcares refinados. Mucho mejor integrales y caseros o de pastelería. Con mucha moderación pues suelen ser deficitarios en micronutrientes. A los niños hiperactivos los azúcares les pueden presentar especialmente mal.
– Las golosinas («chuches») Intentar sustituirlas por frutos secos. O «chuches» saladas.
– Los helados: mejor artesanos o hechos en casa. Evitar los colorantes y los de agua.
– Las vitaminas y suplementos: muchas veces no son necesarios. Pero como siempre hay que individualizar.
3-8 años: suelen comer de todo si en casa lo ven.
9-12 años: Suelen llegar, si no lo han hecho antes, las bebidas de cola y extractos, la «comida basura».
SITUACIONES ESPECÍFICAS
Consultar con el pediatra o el psicólogo, según el caso.
– Enfermedades de repetición: resfriados, bronquitis, otitis, diarreas, anginas…
– Alergias
– Problemas de crecimiento
– Trastornos del sueño: insomnio, terrores nocturnos, el niño no quiere dormir solo.
– Caries, ortodoncias, plantillas…
– La guardería
– Problemas escolares: dislexia (problema en la lectura y escritura), dislalia (dificultades en la pronunciación), atención y motivación. Los excesos.
– El tartamudeo («tartamudeo») Hacia los 3-4 años puede ser normal si dura poco tiempo y no es generalizado; el pensamiento va más rápido de lo que pueden habla y hay acompasar-lo.
– Las vacunas.
LA SALUD EMOCIONAL EN LA INFANCIA
Adaptación a la escuela / guardería. En términos generales, el niño no está «maduro» para la escuela (física y emocionalmente) hasta los tres años de edad. La edad peor para empezar a ir a la guardería es de los 9 meses a los 2 años y pico, especialmente hasta los 20-22 meses. Si hay que hacerlo a toda costa, procurar que sea el mínimo horario posible, empezar progresivamente y que el ambiente sea familiar.
A nivel individual, aparte de las ganas de ir, un niño está maduro cuando ya camina y come solo, pide pipi y caca, habla.
El ambiente familiar. Las ausencias por trabajo o viajes largos, ingresos hospitalarios, divorcio de los padres, muerte, son siempre un motivo de estrés para el niño, no importa lo pequeño o «pasota» que parezca. Hay que decir siempre la verdad. Como se diga dependerá de la edad del niño y de su carácter, pero nunca se debe mentir, es la peor respuesta. Hay que adaptar las explicaciones a la madurez del niño / a. Cuando hacen la pregunta, pueden entender la respuesta. También dependerá de la duración de la separación. Explicar, aclarar, tranquilizar, transmitir amor y afecto.
La sobreprotección y el abandono. Son los dos extremos, y ya se sabe que los extremos se tocan. Con sobreprotección el niño no crece emocionalmente. Cabe preguntarse si la estamos sobreprotegiendo cuando retrasado o da un salto atrás a nivel emocional o de conducta: comer solo, vestirse, control de esfínteres, lenguaje verbal y corporal…
Con abandono el niño no crece físicamente. Puede ser real o que el niño lo viva así. El abandono puede ser afectivo, por dificultades de los padres para manifestar cariño, para no hacerle caso necesario. Cuenta con la televisión como «sustituto» o el concederles todos los caprichos.
Las actividades extraescolares. Hay que tener en cuenta los siguientes factores: en primer lugar el interés personal del niño en la actividad, que tenga tiempo de jugar y estar con la familia. Que no ocupen todas las tardes de la semana. Valorar las que no son una prolongación de la actividad escolar.