La Edad adulta
De alguna manera es “la edad de la responsabilidad”: independencia de la familia, creación de una familia propia, el trabajo, cuidar de los hijos, cuidar de los padres, la falta o escasez de tiempo libre. Suele ser la edad, incluso en nuestra época tan cambiante, del sedentarismo, tanto físico como mental y emocional. Esto es un esquema muy general que nos ayuda a situar y entender muchas situaciones de crisis tanto emocionales como físicas.
A grosso modo podemos dividirla en 2 mitades:
De los 20 a los 40-45 años: independencia, vida laboral, pareja, hijos pequeños, disminución de la independencia por los compromisos.
De los 40-45 años a los 60-65: consecuencias del estrés, del sedentarismo y mala alimentación de toda la vida, replanteamiento de la escala de valores, a menudo búsqueda de un crecimiento espiritual personal. Son más frecuentes las enfermedades crónicas y degenerativas: esqueleto (artritis, artrosis, osteoporosis), corazón (infartos, mal funcionamiento), tumores benignos y cancerosos, bronquitis crónicas y sus consecuencias. Menopausia y pitopausia en su sentido más estricto y más amplio.
Las situaciones de duelo, por pérdidas de padres y amigos, se hacen más frecuentes y pueden dar pie al replanteamiento en la escala de prioridades en la vida.
Cada etapa de la vida, y también la adultez, como más adelante la vejez, son etapas de crecimiento, evolución y creatividad personal.
HIGIENE Y ALIMENTACIÓN
Moderar o evitar el consumo de alcohol, café, alimentos refinados, televisión, etc.
Dejar de fumar los fumadores. Es cierto que muchas veces no es nada fácil, hay que estar motivado para dejar el tabaco, en general es necesaria una ayuda, que puede ser la homeopatía y/o la acupuntura. Podemos decir que hay dos tipos de fumadores: los “sociales”, que fuman por hábito y no están realmente “enganchados”; se distinguen porque oscila mucho el número de cigarrillos según las circunstancias y momentos y pueden dejar de fumar de golpe y solos. Dicen que es cuestión de decisión, y para ellos lo es.
El otro tipo de fumadores por una cuestión genético-metabólica desarrollan una auténtica dependencia física y psíquica, con una necesidad de fumar para mantener los niveles de nicotina etc. bastante independientemente de las circunstancias ambientales y no pueden dejar de fumar solos y de repente.
Respecto a la alimentación, la necesidad de alimentos en su cantidad disminuye en cuanto a las proteínas e hidratos de carbono, porque el adulto se renueva a nivel de estructura pero ya ha terminado la etapa de desarrollo físico y no suele tener tanta actividad física como el adolescente. Un caso aparte se da durante el embarazo y la lactancia, por razones obvias. En cambio, es importante recordar que las necesidades de los nutrientes cualitativos, es decir, enzimas (sustancias que intervienen en la digestión y correcta asimilación de los alimentos), vitaminas (A, complejo B, C, D, E…) y oligoelementos (magnesio, selenio…) se mantiene e incluso aumenta al ir disminuyendo la capacidad de asimilación por el organismo.
La abundancia de crudos en la alimentación (ensaladas, frutas) nos va a asegurar la mayor parte de las vitaminas, enzimas y oligoelementos necesarios, fundamentales para retrasar y enlentecer el proceso de envejecimiento y para prevenir enfermedades degenerativas.
litros de agua o líquidos al día, aunque depende de otros muchos factores, como por ejemplo de la riqueza en agua de los alimentos que tomamos.
Hacer ejercicio, Asegurar cantidades óptimas de vitaminas A, C, E y selenio (potentes antioxidantes): en general los encontramos en los crudos, frutos secos –crudos, por supuesto-, germinados, cereales integrales, germen de trigo.
Las nueces son una buena fuente de selenio. El selenio es un protector celular frente al envejecimiento y el cáncer.
Beber suficientes líquidos. Uno o dos vasos de líquidos calientes (infusiones, caldo vegetal) ayudan a eliminar toxinas y facilitan el funcionamiento de los riñones. Se suele recomendar beber entre 1-2 litros de agua o líquidos al día, aunque depende de otros muchos factores, como por ejemplo de la riqueza en agua de los alimentos que tomamos.
SITUACIONES ESPECÍFICAS
-Enfermedades crónicas y degenerativas. El tratamiento homeopático siempre es individualizado. Los resultados son mejores en las enfermedades crónicas que en las degenerativas, porque hay menos lesión y destrucción de los órganos; también lógicamente cuando llevan poco tiempo de evolución.
Cuando hay antecedentes familiares importantes de cáncer, infartos, embolias, artrosis, enfermedades autoinmunes, cólicos renales o hepáticos (casi siempre por piedras o arena) el médico homeópata siempre lo tiene en cuenta en el tratamiento constitucional o de fondo.
-Cuando estudiamos las medidas preventivas de las enfermedades crónicas y degenerativas volvemos a ver la importancia de la alimentación, la higiene física y emocional, saber llevar bien las situaciones de estrés porque aunque cada vez se van conociendo más y más los factores genéticos que predisponen a muchas enfermedades, éstos necesitan unos factores desencadenantes derivados de la alimentación incorrecta y desvitalizada, exceso de estrés, actitudes emocionales autodestructivas, falta de ejercicio o de descanso, etc.
-Importancia de la actitud mental positiva. Enfocarnos en los potenciales, las posibilidades, las soluciones, en lugar de en las carencias, los inconvenientes o dificultades, los problemas.
-La menopausia y la pitopausia. Se sitúa tanto en hombres como en mujeres entre los 45-55 años. Es una etapa de cambios que se caracteriza y reconoce sobre todo por los cambios hormonales, más estudiados en la mujer que en el hombre. En la mujer coincide con el cese de las reglas. El tratamiento homeopático debería ser de primera elección cuando hay problemas de salud ligados a la menopausia. Es interesante conocer que las mujeres de ciertas culturas no conocen los trastornos bastante comunes en nuestra civilización atribuidos a la menopausia (los ya mencionados sofocos, insomnio, irritabilidad, depresión, aumento de peso, sequedad de mucosas…)
En el hombre, si bien está mucho menos estudiado, hay también unos cambios; en la respuesta sexual, suelen ser de enlentecimiento y disminución de la líbido, aunque puede haber un aumento ligado a una búsqueda en la reafirmación de una virilidad entendida como sinónimo de potencia copulatoria, insomnio (o aumento de sueño, sobre todo en el sofá ante el televisor), irritabilidad o desánimo, aumento de peso, problemas con la próstata.
Algunas o bastantes de estas situaciones pueden coincidir en el tiempo con la menopausia/pitopausia pero probablemente sean debidas a otros factores socio-culturales y ambientales.